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Mitos sobre la postura corporal

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No conozco a nadie que no sienta cierta insatisfacción con algún aspecto de su postura corporal. Se ha extendido a lo largo de las últimas décadas cuál es la postura ideal, especialmente con el boom del bienestar físico y todas las disciplinas que trabajan el cuerpo. Sin embargo, no deja de haber grandes errores en la forma de entenderlo. No diré que no haya un ideal, pero ya sabemos que lo «ideal», no dejará de ser ideal, y por lo tanto, nunca real.

Vamos a aclarar algunos puntos importantes acerca de la postura corporal. En concreto me voy a centrar en los 4 mitos que veo de mayor relevancia. 

1. La postura es genética y no se puede cambiar

Una de las características del cuerpo humano, incluso los huesos, es la flexibilidad. Es cierto que con la edad, esta capacidad se va perdiendo paulatinamente, pero no desaparece.

Nacen bebés con ciertos grados de deformaciones en la estructura a diario, dado que el esfuerzo que supone pasar por el canal de parto, aunque lo vemos natural y cotidiano, es toda una odisea. Y la mayoría de los casos, sabemos que recuperan la forma espontáneamente debido a la gran flexibilidad de nuestros huesos y tejidos. De ahí el dicho: Los niños son de goma.

Si el cuerpo es capaz de moldearse para conformar un patrón corporal determinado, puede modificarse para volver al origen o en parte. 

2. La postura viene dada por malos hábitos posturales

Creemos que nuestra estructura cambia porque adoptamos posturas incorrectas para sentarnos, tumbarnos, trabajar… etc. Pero podría ser al contrario. Me siento de forma incorrecta, porque mi cuerpo está conformado de tal manera que no me permite sentarme de otro modo, o lo que es lo mismo, el hecho de buscar esa postura «correcta», me supone un esfuerzo imposible de mantener. 

 

Aquí lanzo una pregunta:

¿Qué es lo que me permite mantener una postura determinada?

El cuerpo es estable gracias a la configuración de tensiones equilibradas en el organismo. No sólo los huesos, músculos, fascias y demás elementos que conforman la estructura, sino también todos los órganos en nuestro interior están contenidos en primer lugar dentro de fascias y luego la piel engloba todo. En función de cómo se distribuyen dichas tensiones (y correspondientes compensaciones), se conforma nuestra postura. 

Por lo tanto cuando necesito adoptar una postura (sentada, de pie, o cualquier otra) mi cuerpo se organiza para ser eficiente energéticamente, eso engloba estar lo más cómodo posible dentro de mis posibilidades, y no al revés. 

 

3. El cuerpo humano es simétrico

Somos de aspecto simétrico longitudinalmente, pero no somos simétricos completamente.

Recordemos que sólo tenemos  un corazón, un estómago, un hígado, un páncreas… y no están en el centro. Esto implica que las tensiones internas no están repartidas de igual modo.

Sabemos por la experiencia clínica que hay una rotación fisiológica en el cuerpo humano: dentro de la normalidad, para que sea fisiológico, todos deberíamos tener dicha torsión hacia el mismo sentido. Es por eso que el 90% de la población presenta asimetrías en cuanto a longitud de piernas, de media unos 5.2 mm, observándose que solamente pueden contribuir a dolor o lesión cuando superan los 20 mm., y aun así habría que ver que si se correlaciona con la clínica del paciente o no.

Generalmente los dolores en general no vienen por dichas posturas sino por las compensaciones que otras cadenas miofasciales necesitan realizar para mantener el equilibrio corporal.

4. La postura ideal es de una forma específica

La única referencia que se tiene de la Postura Ideal es mantener el cuello y espalda lo más rectos posibles, hombros hacia atrás y sacando el pecho. Casi siempre se hace referencia a la postura estática.

En primer lugar cada organismo es único y diferente y pocas veces estamos estáticos.

De acuerdo a algunos criterios mecánicos:

«La postura ideal es aquella que utiliza la mínima tensión y rigidez, y permite la máxima eficacia con el mínimo gasto de nuestra energía».

Con esto, podemos ver que la postura ideal es la que nos permite realizar nuestras actividades cotidianas con el mínimo esfuerzo y tensión. El problema vendrá cuando nos veamos obligados a mantener la misma postura (estática o con un movimiento repetitivo y limitado) por largos periodos de tiempo.

Aunque estemos parados la postura requiere que algunos músculos se mantengan activos, el cuerpo necesita ajustarse para que dicha tensión quede lo más repartida posible y mantenerse en movimiento para equilibrar. De otro modo, aquel grupo muscular recibirá una sobrecarga y cuando se agote, otras partes del cuerpo se activarán para compensar.

En cuanto a la rectitud, también necesita aclaración. Nuestra columna vertebral presenta una serie de curvaturas que nos permiten mantenernos erguidos y resistir a la fuerza de gravedad. En la zonas cervical y lumbar hay una concavidad posterior llamada lordosis, mientras que en las regiones torácica y sacra hay una convexidad posterior conocida como cifosis. Estas curvaturas son normales y varían su angulación de una persona a otra. El cuerpo está pensado para el movimiento, es por esto que tenemos tantas articulaciones, y en especial la columna vertebral. Por lo tanto, lo ideal será asegurarnos que no tenemos limitaciones en el movimiento. Si encontramos restricciones, es porque hay demasiada tensión en una parte del cuerpo.

 

El dolor y las restricciones nos indican que hay exceso de tensión en una parte de nuestro cuerpo y descompensación por lo tanto con otras. 

Entrenar la consciencia corporal será también imprescindible para darme cuenta de los diferentes grados de tensión. Recuerda que la relajación es el antídoto para la tensión. Un cuerpo en calma, es un cuerpo relajado, con movimiento fluido.

Entonces, ¿cómo se si mi postura es correcta?

El dolor y las restricciones nos indican que hay exceso de tensión en una parte de nuestro cuerpo y descompensación por lo tanto con otras. 

 Llegados a este punto, necesito aclarar que, dado que la postura se configura a base de tensiones establecidas por las cadenas miofasciales, cuando intentamos estirar el cuerpo, lo más fácil es que lo hagamos a base de compensar con otras cadenas musculares, y esto, no es lo más aconsejable. Si quieres saber más sobre el funcionamiento de la cadenas miofasciales, pronto haré un post sólo sobre esto.

Entrenar la consciencia corporal será también imprescindible para darme cuenta de los diferentes grados de tensión que tengo en cada momento en las diferentes partes del cuerpo. Recuerda que la relajación es el antídoto para la tensión. Un cuerpo en calma, es un cuerpo relajado, con movimiento fluido.